Friday, May 06, 2011

El futuro de la televisión pública

Nos hacemos eco del texto de un artículo recientemente aparecido en El Diario Vasco sobre el futuro de la televisión y, en concreto, el futuro de la televisión pública que afronta un futuro muy complejo. Este es el texto del referido artículo:


Hace algunos años teníamos serias dudas sobre el futuro de la televisión. Hoy la perspectiva es sustancialmente diferente. El público no le da la espalda, al contrario, cada vez se consumen más contenidos de televisión.
Lo que sí es cierto es que nos enfrentamos a una manera diferente de consumir televisión, cada vez más. Como me decía un viejo conocido, las turbas que tomaron la Bastilla no sabían que estaban haciendo la Revolución Francesa. Nosotros tampoco sabemos lo que estamos haciendo. Es una cosa nueva, es una televisión nueva, y sabremos exactamente en qué consistía dentro de unos cuantos años. Con una cierta perspectiva.
Un estudio de la Fundación Kaiser en Estados Unidos ('Generation M2') sobre jóvenes de entre 8 y 18 años, generación plenamente digital, confirma que el consumo diario de contenidos de televisión es de cuatro horas y 29 minutos. 42 minutos más que hace 10 años y, en un target que es el que, según algunos, iba a provocar la desaparición de la televisión.
Hay que decirlo claramente: hay futuro para la televisión. El problema estriba en sondear qué futuro. Qué contenidos se deben crear y cómo deben estar esos contenidos planteados desde su idea básica hasta su completo desarrollo, para poder integrarlos de modo efectivo en la nueva cadena de valor que se ha creado en el audiovisual.
Por eso es necesario centrarse en los contenidos. Contenidos que interesen a la audiencia y que engarcen adecuadamente en esa nueva cadena de valor. Lo decía claramente hace algunos meses Mark Thompson, director general de la BBC: «Nuestra referencia es la audiencia y el mercado». No se puede olvidar esa dualidad. No sirve la televisión pública sin público y sin mercado, viene a decir Thompson. Y, qué pasa, en este contexto tan revolucionario, con la televisión pública. Que tiene un futuro complicado. Un futuro que depende de la labor de 'lobbyng' de la televisión privada, del cortoplacismo de los poderes públicos y de la inexorable presión del mercado.
Quizá estemos inmersos en la dinámica del círculo infernal que comienza con una afirmación taxativa: no tiene sentido la financiación mixta para la televisión pública. Ese objetivo se logró y RTVE dejó de emitir anuncios y cobrar por ello (en consecuencia RTVE cerró 2010 con un déficit de 47,1 millones de euros). Continúa con una exigencia perentoria: la televisión pública debe dedicarse a cubrir aquello que no cubre la televisión privada y no preocuparse por la audiencia. Como consecuencia, las televisiones públicas perderán más audiencia. Una vez que la televisión pública se convierta en algo anecdótico, fuera completamente del mercado, no habrá problema para darle el golpe final. Requiescat in pace.
Si a ello se le ayuda desde la torpeza, el desconocimiento y la mala gestión, el terrible final no hará sino acelerarse. La televisión pública debe reaccionar y debe hacerlo sin perder de vista a la audiencia y al mercado. Y eso se hace con un espíritu emprendedor.
Resulta obvio pedir altas dosis de eficiencia y racionalización en la gestión de la televisión pública, que se determinen objetivos razonables, que prime la calidad a la cantidad y que se construya una organización ágil, abierta al conocimiento y a la nueva realidad del universo audiovisual.
En un futuro de presencia ubicua del contenido televisivo en diferentes plataformas, la marca juega un papel trascendental. La televisión pública debe tenerlo en cuenta, debe jugar su papel de televisión de calidad, de televisión atractiva, de televisión que defiende un espacio público que debe ser claramente diferente (en otro caso no serviría como servicio público) del que ofrece la televisión privada de mayor consumo. Hay que saber cómo crear más valor en un panorama de recursos financieros en descenso y esa es una tarea compleja en la que no se pueden permitir pasos en falso.
La tarea para el sector de la televisión pública es difícil, pero no sólo en nuestro ámbito, sino en toda Europa. En esa búsqueda del camino a seguir es preciso ser transparentes, fomentar una gestión que permita hacer más con los recursos a disposición, incidir en el valor de la proximidad, crear un contenido de calidad pero atractivo para la audiencia, encajar el contenido televisivo desde su idea hasta la producción final en un contexto totalmente digital y multiplataforma.
«Nuestro éxito en televisión depende de las ideas, de nuestra creatividad, de una planificación inteligente de la programación, de nuestro olfato ante las oportunidades nuevas». Sirve para la televisión pública, aunque lo diga Gerhard Zeiler, CEO de RTL Group el grupo más importante de televisión de Europa.

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